Lo único que aprendemos de la historia es que no aprendemos de la historia (Hegel)

domingo, 18 de septiembre de 2011

Claves de la Segunda Guerra Mundial

Uno de los problemas con los que se encuentra cualquier aficionado o profesional de la historia para comprender la naturaleza, desarrollo y consecuencias de los conflictos armados es lo parcialmente que suelen razonarse estos aspectos. Se pone mucho énfasis en las causas -fundamentalmente diplomáticas o, en todo caso, socio-políticas- y en el desarrollo militar de la contienda, en el más estrecho sentido del término militar, como acciones de generales y ejércitos o como influencia de los avances tecnológicos en el armamento. De la misma manera que en tantos otros ámbitos, se procede a menudo con una mirada teleológica donde siempre se justifica el resultado (ya conocido) por una 'necesidad' objetiva de que así se produjera dadas las condiciones previas. Esto ha sido todavía más acusado en la historiografía sobre la Segunda Guerra Mundial, donde los Aliados debían imponerse a las fuerzas del Eje sobre todo por razones de orden político-moral (la democracia frente a la tiranía ideológica y militarista del fascismo) que justifican sobradamente toda la superioridad de un bando y la aniquilación del otro. Este planteamiento se cuestiona en el excelente libro de Richard Overy ¿Por qué ganaron los Aliados? (Barcelona: Tusquets ed., 2005; edic. orig. 1995) para quien la victoria del Eje fue no sólo posible sino altamente probable durante buena parte de la contienda. Lo que hace el autor es descender al análisis concreto de múltiples factores y explicar en qué medida la diferente naturaleza política, social y económica de los regímenes enfrentados sí tuvo algo que ver en la victoria de los Aliados, pero lo fue porque se plasmó en decisiones concretas que marcaron estrategias diferentes en múltiples terrenos. Un buen libro de historia militar donde apenas se habla de batallas pero sí mucho de lo que verdaderamente supone una guerra a gran escala.

Para Overy, los factores fundamentales que llevaron a la victoria aliada fueron la maginturd del rearme estadounidense y la recuperación de la economía soviética. Hitler no pudo prever en ninguno de los dos casos la celeridad del proceso. En el primero fue una obra maestra de organización industrial. En el segundo, la auténtica aplicación del concepto de 'guerra total' y el uso intensivo de la capacidad de trabajo de su mano de obra. En cambio, el Eje fue incapaz de obtener todo el rendimiento que el potencial industrial de Europa podía proporcionarle. Existen hechos bien conocidos como que los nazis se negaron a explotar el trabajo femenino, o malbarataron el trabajo de los prisioneros en los campos de concentración (de una manera, eso si, muy rentable crematísticamente para las SS) asignándoles tareas extenuantes pero poco productivas, mientras dilapidaban sus escasos recursos de transporte en traslados constantes de la mano de obra esclava, pero el autor prefiere centrarse en otros puntos que atañen más directamente a la dinámica del conflicto.

Por un lado, el impacto de los bombardeos aliados sobre territorio alemán, tantas veces discutido por su incapacidad para provocar un colapso en la moral de la población o impedir el crecimiento de la producción industrial. Sin negar ambos hechos, los autores prefieren incidir en la gran cantidad de recursos que el Tercer Reich hubo de distraer (aviones, baterías antiaéreas, personal, servicios auxiliares, etc.) para proteger, en la
medida de lo posible, a su población y economía, cada vez más indefensas. Además, se consiguió salvaguardar la producción industrial mediante la dispersión, lo cual disminuyó notoriamente su potencial de crecimiento. El segundo aspecto importante fue la manera en que los jerarcas militares y políticos  encararon la producción de guerra. En constante interferencia unos con otros, y buscando siempre la excelencia en la fabricación de armamentos para compensar las dificultades de reclutamiento, los alemanes se entregaron a constantes cambios en los modelos de toda clase de armas y vehículos. Hasta la llegada de Albert Speer apenas hubo planificación y un control centralizado de este esfuerzo de guerra y mucho menos una producción en masa digna de ese nombre. Todo lo contrario de la imagen que se suele tener de un régimen totalitario, y de la que propagaba el mismo partido nazi. Por el contrario, el 'democrático' sistema de Estados Unidos o Gran Bretaña puso en marcha toda clase de instituciones y comités para la coordinación en el diseño, producción y transporte, incluso entre los diferentes estados que componían la alianza, con un grado
de entendimiento muy superior en la cúpula gubernamental, y dejando las manos libres a los grandes empresarios como Hughes o Kaiser para aplicar en gran escala -una escala solo posible gracias a los ilimitados fondos públicos- los métodos ya ensayados previamente durante la segunda revolución industrial. Si los barcos o los tanques de Estados Unidos siguieron siendo técnicamente inferiores a los alemanes hasta 1945, su ritmo de fabricación hacía que la excelencia germana fuera irrelevante  sobre el campo de batalla.

Por el lado soviético, con un sistema tan o más totalitario, el planteamiento fue también radicalmente distinto al empleado por los alemanes. 'La gran virtud de la planificación soviética residía en la escala y sencillez de sus objetivos. No había nada complicado en las ambiciones soviéticas. La guerra requería grandes cantidades de armamento producido de forma tan simple y rápida como fuera posible'. No resulta muy difícil ver en ello también un eco de las diferencias ideológicas entre ambos sistemas, radicalmente igualitario el ruso y fundamentalmente elitista el germano.

Algo similar ocurrió en el Pacífico, donde Japón no pudo extraer de sus conquistas todas las materias primas de las que había ansiado apoderarse, ya que los submarinos estadounidenses consiguieron lo que no habían logrado los alemanes: afectar seriamente las redes de transporte enemigas, hasta el punto de colapsar su producción de guerra. Una vez más las imágenes estereotipadas que nos ha legado el conflicto ocultan las auténticas realidades, como el uso intensivo que del arma submarina hicieron los norteamericanos. El enorme poder acumulado en el estado japonés por los militares y el gran empresariado multiplicó las tensiones entre ambos sin que el débil gobierno pudiera imponerse para resolverlas. En el caso italiano, 'la corrupción y la incompetencia administrativas llegaban a todos los niveles de la producción de guerra'.

De la misma manera, las opciones tácticas y estratégicas de los Aliados fueron mejorando con el tiempo. Si los alemanes consiguieron en 1940 alcanzar el grado operacional óptimo de su ejército, muy por delante de las desconcertadas tropas aliadas, esta ventaja no podía durar indefinidamente. 'Después de la conmoción inicial de la derrota, los aliados revisaron seriamente la forma en que sus fuerzas eran adiestradas, desplegadas y mandadas... Encambio, en el Eje, las primera victorias crearon un sentimiento falso de seguridad... y se hicieron pocos cambios  fundamntales en la fórmula militar'. No fue el número de sus fuerzas lo que proporcionó la victoria a los Aliados, sino un mejor empleo de los recursos financieros, productivos y humanos, mientras el Eje, que había llegado a dominar casi toda Europa y buena parte de Asia (lo que hubiera justificado, como mínimo, una larga y dura resistencia a los ataques de sus enemigos) se precipitaba en poco más de dos años hacia una aplastante derrota.

Coincide el autor con Sebastian Haffner en que 'el orígen de la amenaza alemana era Hitler'. A diferencia de Japón o Italia, las fuerzas armadas alemanas no se habían visto involucradas en ningún conflicto previo, y muchos nacionalistas alemanes habían clamado ardientemente contra el pacto de Versalles y la situación internacional de Alemania, pero pocos hablaban de provocar una revisión de esta política por las armas. Esto no excluye que sólo pueda entenderse el ascendiente de Hitler sobre la política alemana a partir de las semillas sembradas por ese mismo nacionalismo y militarismo prusianos, y en ellos, en sus características, reside también buena parte de las claves de la derrota.

Todas estas reflexiones, y muchas otras, desarrolladas con gran detalle en el libro, quieren servir, no para explicarse de manera satisfecha las causas de la derrota nazi, sino para señalar, por el contrario, que el futuro no se hallaba forzosamente escrito de una determinada manera en los primeros años cuarenta. Entonces 'el eclipse de la democracia y de la estabilidad internacional amenazó con consumarse por completo'. Si no sucedió así, fue por un conjunto de factores y fuerzas que sólo progresivamente se pusieron en marcha. Si los Aliados cometieron frecuentes errores, éstos se vieron sobradamente compensados por los de sus adversarios, mientras que sus grandes aciertos apenas tenían reflejo en la forma en que Alemania, Italia y Japón condujeron el conflicto, sobre todo desde 1942. Mientras Churchill y la Gran Bretaña buscaban desesperadamente aliados suficientemente fuertes como para ayudarles a vencer y aceptaban de buen grado su posición subordinada a Estados Unidos e incluso la URSS, Alemania, por el contrario pactaba únicamente con potencias muy inferiores a ella misma, y buscaba el apoyo de 'subordinados' como Italia, Eslovaquia, Rumania o Bulgaria, por no hablar de los gobiernos títeres que instalaba en media Europa. Japón, su único apoyo efectivo, era, con mucho, la menor de las grandes potencias, se encontraba demasiado alejado y las prioridades estratégicas de su política nunca terminaron de concordar con las de los jerarcas nazis.

'Para explicar la victoria aliada se requiere un lienzo amplio y un pincel grande. fue un conflicto único, tanto por su escala como por su extensión geográfica. Se movilizaron recursos colosales en inmensas distancias... Los Aliados pensaban que no se trataba de ganar la guerra en una zona de combate concreta, sino que debía ganarse en todos los teatros de operaciones y en todas las armas: por tierra, mar y aire.' En eso diferían del pensamiento militar de Hitler, decisivo en su autocracia, quien nunca dejó de ser un soldado de tierra apegado a una concepción continental del desafío que enfrentaba. Más bien diría que para entender lo que realmente ocurrió se requiere, además de un lienzo amplio y un pincel grande, una visión muy desprejuiciada, que nos enseñe a evitar las trampas que las imágenes transmitidas y los falsos razonamientos han acumulado aquí como en tantos otros temas.

8 comentarios:

  1. Creo que la entrada de Estados Unidos en la guerra fue determinante, así como que Alemania tuviese que atender demasiados frentes, sobre todo el occidental y el oriental. La guerra de Japón fue en el Pacífico y en oriente, por lo que es "otra guerra" en términos militares.

    ResponderEliminar
  2. Tienes mucha razón, pero lo curioso es que en todos estos conflictos se metió Hitler solito, ya que su pacto con Japón no le obligaba a declarar la guerra a los Estados Unidos. Fue, como siempre, un error de cálculo derivado de una lógica (Hitler siempre era lógico, a su manera) implacablemente optimista. De la misma forma que declaró la guerra a la URSS antes de haber doblegado a la Gran Bretaña, pensando que el hundimiento de la URSS forzaría a los británicos a negociar.
    Gracias como siempre por tus comentarios

    ResponderEliminar
  3. Buenos días, es muy interesante este punto de vista diferente sobre la victoria aliada. También me parece interesante analizar el cambio que supuso para los diferentes estados involucrados en esta guerra tanto económica como políticamente. ¿Se podría hacer un paralelismo a menor escala con la guerra de los 100 años? Muchas gracias por este interesante blog.

    Un saludo

    ResponderEliminar
  4. Pues aquí puede dejar todo el mundo sus opiniones; desde luego, yo no me atrevería a sentar cátedra. En todo caso, se trata de un paralelismo sugerente. La guerra de los Cien Años provocó un mayor desarrollo institucional y fiscal, formas de cohesión nacional más desarrolladas, un progreso del autoritarismo monárquico, cambios en la distribución de la actividad económica... o sea que, punto por punto, los parecidos con la Segunda Guerra Mundial no son inmediatos. En todo caso podría hacerse referencia a la dinámica general de las transformaciones, que en este caso tuvieron mucha mayor amplitud, con la aparición de un mundo bipolar, la decadencia de los antiguos imperios coloniales y la generación de nuevas formas de democracia política y económica.

    ResponderEliminar
  5. Muchas gracias por la respuesta profesor. Este año he estudiado historia Medieval II y las conclusiones a las que se llega es el desarrollo de lo que se llaman estados modernos. Esto me hizo pensar las consecuencias que tuvo la II Guerra mundial en lo que hoy conocemos como Europa y al igual que en la guerra de los 100 años estas consecuencias no solo afectaron a los países que entraron en conflicto. Un saludo y gracias por el blog, es un gran trabajo.

    ResponderEliminar
  6. Buena reseña del libro de Richard Overy ¿Por qué ganaron los Aliados?.. y buen Blog también. Me parece un acierto otro punto de vista de los acontecimientos historicos en el desarrollo de la IIGM, la historia se escribe en clave vencedora y resultadista y esto esta es una visión muy simplista.

    La Alemania de Hitler pese ala crisis economica y social seguía siendo la vanguardia mundial cientifica, economico, cultural, militar.. Su poderío era patente en todos los ambitos. Las exigencias ideologicas del Reich de dominio territorial y racial resultará letal. La falta de una estrategia política y militar, más diplomacia... hubiera debilitado aún más a sus queridos enemigos, el desgaste y moral inglesa o rusa. El territorio natural de Alemania es Europa y su alcance todo el Mediterraneo, el querer ultrapasar sus límites hace inviable combatir en tantos frentes a la vez.
    No consiguieron tener más aliados competentes para expandir la guerra a tal ingente territorio..

    Si en lugar de dirigir un fanatico ideológo llega a dirigir la guerra un estratega el final hubiera sido muy distinto.

    Saluds y adelante con los artículos... Ricard

    ResponderEliminar
  7. Hola, Ricard.
    Yo creo que si Alemania no hubiera estado dirigida por un fanático ideólogo la guerra es muy posible que no hubiera estallado siquiera, ya que no era en absoluto necesaria en la situación alemana y europea de los años 30. La idea de una Alemania que dominara Europa con el fascismo mediterráneo como extensión subordinada era el planteamiento de Ribbentrop, curiosamente más realista en este aspecto que su amo, quien siempre soñó con la construcción de un gran imperio alemán en el Este, empachado de la mitología de la 'Drag nacht Osten' medieval.
    Gracias por tu comentario.

    ResponderEliminar
  8. Armin Von Roon, quien perteneció al Alto Mando de la Wehrmacht, consideró que la II Guerra fue como ninguna otra hasta el momento una "guerra industrial". En ese sentido, conforme avanzó el conflicto Hitler padeció un "cuello de botella": la creciente producción de armamento de parte de la URSS y de los EEUU, y la desaceleración de la blietzkrig marcaron el pulso del conflicto. El alargamiento del conflicto, los frentes y sobre todo la extensión del frente oriental extenuó a Alemania. Es interesante pensar -como marca este artículo- que Alemania no supo encolumnar las maquinarias industriales de los paises invadidos al servicio de sus fuerzas armadas.¿Por qué? ¿Por arrogancia? ¿O por subestimar justamente las fuerzas a las que se enfrentaba? (Recordemos que Hitler tenia además muy mala opinión respecto a la idoneidad del Ejercito Rojo). Muy bueno el artículo.

    ResponderEliminar