Lo único que aprendemos de la historia es que no aprendemos de la historia (Hegel)

lunes, 29 de octubre de 2012

Argumentos para la rebelión catalana de 1640.

A partir de los comentarios hechos a la entrada sobre el declive de la Monarquía Hispánica y el papel que en él pudo jugar la sublevación catalana de 1640, he vuelto a leer un artículo de Joan Lluís Palos titulado “Les idees i la revolució catalana de 1640”, publicado en la revista MANUSCRITS, nº 17 (1999), pp. 277-292. Me gustan mucho los trabajos del doctor Palos -seguramente me referiré a ellos más de una vez- porque es un profundo conocedor de los temas que trata, y no se deja llevar por conceptos o paradigmas previos, sino que cuestiona cualquier idea preestablecida a partir del análisis minucioso de la documentación.

En este caso, intenta profundizar en el carácter revolucionario o restaurador de la revolución catalana de 1640 y el origen de los argumentos intelectuales que le dieron soporte. Cuestión nada baladí, ya que sirve para conocer cuál ha sido la comprensión del papel del estado y el gobierno que se defendió en un momento clave de la historia de Cataluña, lo que se vuelve a poner sobre el tapete cada vez que resurge el debate sobre la relación entre la comunidad catalana y las estructuras políticas y administrativas del estado en España. Además, incide directamente en nuestra pequeña discusión sobre el papel de las élites catalanas en el liderazgo de esta revuelta.

sábado, 20 de octubre de 2012

Éxito o fracaso de la Revolución Industrial española

Los mitos históricos a veces se forjan, no sobre supuestos éxitos de una colectividad, sino también sobre sus deficiencias. Uno de los más insistentes y compartidos juicios sobre la historia de España reside en el fracaso -o el retraso- de su economía a la hora de sumarse a la Revolución Industrial que hizo encabezar a Europa el progreso material del mundo. Fracaso que resulta todavía más hiriente cuando se compara con el predominio colonial que había tenido la Monarquía hispana en los siglos anteriores.

Ahora que la economía española vuelve a estar en boca de todos como ejemplo de oportunidades perdidas y mala gestión de los recursos, se me ha ocurrido volver la vista hacia un libro escrito en circunstancias muy diferentes, en los años 90, cuando muchos se asombraban de que la España trágica de la guerra civil se hubiese transformado en el “milagro español” de los sesenta, la supuestamente impecable transición a la democracia de los setenta, la llegada al poder de los socialistas en la década siguiente, y el 'annus mirabilis' de 1992, con el éxito colectivo que supuso la organización de las Olimpiadas en Barcelona y la Exposición Universal de Sevilla, todo ello acompañado de unas estadísticas que pusieron la renta española cerca de la italiana y cada vez más próxima a la de estados punteros que hasta entonces habían servido tan solo de lejana referencia. David R. Ringrose, profesor de la universidad de California, se dispuso a explicar la lógica de tales éxitos en su obra España, 1700-1900, el mito del fracaso (Madrid: Alianza Universidad, 1996) donde, con una relectura original, daba la vuelta a las consideraciones pesimistas hechas sobre el desarrollo español de los dos siglos anteriores. Curiosamente, sus conclusiones también pueden arrojar mucha luz sobre la crisis actual y sus orígenes.

martes, 9 de octubre de 2012

Patriotas y guerrilleros

Un teniente coronel me dijo una vez que “una guerra no es más que una interminable cantidad de sufrimientos”. Nunca he encontrado definición más precisa. Cualquiera de los conflictos que estudiamos permite explorar múltiples dimensiones del horror. Otra cosa es que, cuando se reconstruyen, la historia política y militar, la literatura o el cine lo reduzcan a un simple enfrentamiento entre dos bandos.

Los mitos patrióticos son los que suelen encubrir en mayor medida el complejo mundo de causas y consecuencias que provocan las guerras. La invasión napoleónica de España generó una gran cantidad de estos mitos. El pueblo alzado en armas contra el invasor es siempre una imagen atractiva, que legitima casi todas las violencias. La 'guerrilla', ese supuesto invento español, encaja muy bien con los tópicos sobre la Península Ibérica, siempre dramática y anarquizante. Hace tiempo que tenía ganas de leer el libro de Charles J. Esnaile España contra Napoleón. Guerrillas, bandoleros y el mito del pueblo en armas. Barcelona: Edhasa, 2006 (edic. orig. 2004), donde la lectura atenta de documentos y memorias -que siempre han estado disponibles- permite una revisión radical de lo que sucedió y la manera de entender este conflicto.